Acá estoy para saciar esa intriga que a vosotros de vez en cuando les anda rondando en la cabeza. Después de un tiempo dándome la tarea de ser bastante observadora; pude detallar actitudes, motivaciones individuales e intereses, concluí con 4 perfiles de clientes en mi profesión bastante comunes.
- El que “se va de putas y ya”: Lo titulo así porque es el tipo de cliente que no busca auto-engañarse ni sostener una razón más que solo pagar y tener sexo, principalmente nos ve como su desahogo sexual; no busca una charla amena donde se pueda llegar a conocer algo del otro, no quieren lazos emocionales, no le interesa la chica detrás del “escort” y en algunas ocasiones ni siquiera preguntan nuestros nombres, solo llevamos a cabo el convenio y ya. No obstante, no es que esto sea malo porque meditándolo bien, en eso se trata el pagar por tener sexo.
- El amante: Este difiere un poco; es todo lo contrario al perfil número 1. El cliente “amante” si puede llegar a implicar sus sentimientos; nos ve como su reparo, esa persona a donde puede ir y no será juzgado, no recibirá quejas sobre su comportamiento y que, en su lugar, será escuchado y complacido. Por lo general busca un escape de su esposa; de los problemas maritales, del ‘sexo vainilla’ que se vuelve aburrido, insuficiente y mediocre. Para este tipo de cliente soy esa chispa de “alegría” y por consiguiente busca satisfacerme también.
- El experimentador: Recurre al sexoservicio para probar nuevas cosas, o para hacer lo que su pareja no está dispuesta a hacer; quizás porque sea muy sumisa, no le guste experimentar nuevas sensaciones o no sea de mente abierta y por ende, limite al hombre y le haga “quedarse con las ganas”. Este cliente por lo general siempre tiene fetiches por cumplir y tendencias sexuales bastante perversas.
- El poderoso: Hombre de negocios, serio, comunicativo y seguro de sus capacidades. Les gusta hablar sobre su poder y su posición social, piensan que gracias a su dinero pueden tener todo lo que quieran y pueden pagar por cuantas mujeres se les vengan en gana, usualmente siempre pagan un extra para que nos quedemos más tiempo con ellos a platicar (u otra cosa) mientras nos tomamos una ostentosa copa de champaña.
Todo esto lo he comprobado al estar con ellos. Es fácil darme cuenta que hay quienes no esperan nada de mí, desde el saludo ya noto cuál es su intención; llegan me besan, comenzamos el acto sexual y asumen que yo también lo estoy disfrutando tanto como ellos… Mientras que por otro lado está el que me pregunta ¿Qué tal? y puede estar tranquilamente 10 minutos haciéndome sexo oral con tal que yo también disfrute.
0 comentarios