Mientras que exista alguien que desee pagar por tener sexo, por consecuente existirá alguien que ofrezca el servicio, lo podemos ver como la ley de “oferta y demanda”. El uno no existe sin el otro.

La mayoría de los clientes son hombres y tienen diferentes razones que los impulsan a adquirir este servicio, una gran parte son hombres casados, se dice que apena 4 de cada 10 son solteros, entonces ¿por qué un hombre que eligió a una mujer para ser su acompañante y serle fiel hasta que la muerte los separe, termina en busca de placer en otra mujer? Solemos asumir que todos los matrimonios son estables, no falta amor, respeto y mucho menos el sexo, es decir, tienes una pareja con la cual mantener relaciones sexuales sin preocupación ¿Qué más podéis pedir? pero la realidad es distinta; los clientes casados que acuden a nuestro servicio lo hacen por complementar su vida sexual, porque  disfrutan saber que pueden pagar por follarse a otra mujer sin necesidad de conquistarla y luego pueden ir a su hogar y volver con su esposa;  es un doble disfrute que pareciera lo hiciera sentir más hombre, llenara ese ego que moldea sus pensamientos y actos.

También cabe destacar que el hombre casado ve el sexoservcio como una vía para poder desahogarse sexualmente quizás porque se ve limitado con su pareja, muchas veces el hombre  considera que su  esposa debe cumplir algunos patrones de pureza y no le creen capaz de poder ejecutar ciertas poses, jugar roles  o practicar con objetos que les  excite; del mismo modo puede que su pareja critique y catalogue esos  deseos como muy perversos, fuera de lo común, hasta algo anormal  y haga sentir al hombre inferior e inseguro.

Por el contrario, tenemos al cliente soltero, como mencioné anteriormente, 4 de cada diez no tienen ningún tipo de compromiso sentimental, su edad va de los 20 hasta los 40, siendo la media los 30 años de edad.

Usualmente son del tipo que va de fiesta; luego de un par de tragos se comportan de una manera espontánea, alegre; quieren a alguien con quien ligarse, pero resulta en misión fallida. Cuando esto sucede acuden a burdeles, y es que a ver, quedar con alguien no es tan fácil como parece; pasas toda la noche detrás de una tía, platicando con ella, haciéndote el romántico, le invitas tragos y así sucesivamente…  Y al final esto no es (ni debe ser) una garantía de que vas a pasar la noche con ella; entonces sin tantas complicaciones ¿Qué más da unos 50 euros por una mujer que otorgue el servicio completo sin tanta palabrería?

Los solteros también son fáciles de persuadir, a ciencia cierta si alguien del grupo de amigos ya ha experimentado sexo a cambio de dinero, suele entusiasmar al otro para que también se deje llevar un poco y reciba lo que la novia o el ligue no le ofrece. De esta manera es como un hombre se convierte en consumidor en el mercado del amor.