¿Qué hace que una ciudad sea «grande» más allá de su tamaño y población? ¿será su poder adquisitivo?, ¿su potencial turístico ?, ¿la personalidad de cada individuo? A todas las interrogantes la respuesta es un rotundo SI. Una gran ciudad se ve caracterizada por los niveles de satisfacción de cada ciudadano, que conlleven a estos a afirmar que en tal ciudad se puede tener una buena calidad de vida. Como escort he visto un lado de la ciudad que probablemente nunca podría conocer si trabajara en algo dentro de lo común. Esta labor me ha permitido conocer personas increíbles de una manera exorbitante. No solo contacto con mis clientes; el tema de ser acompañante en viajes y eventos me permitió conocer muchas más personas; gente de dinero que tiene la vida que todos queremos tener; es decir, que cuentan con la libertad financiera de adquirir algo costoso sin que parezca un lujo, pasársela en fiestas, libre de estrés y recibir mucho placer.

Hoteles 5 estrellas, botellas de champagne super costosas, el mejor servicio a la habitación, detalles y excelentes propinas.

Suena fabuloso y sí, lo es. Ser escort en una gran ciudad tiene un lado bastante glamuroso y satisfactorio; este mundo me ha dado a probar todo lo bueno que antes no había podido. Más allá del precio establecido por el servicio prestado, cuando éste es excelente corremos con suerte de recibir propinas o regalos y créanme, hay clientes bastante generosos. Claramente esto es un punto clave que diferencia el escort de la prostitución callejera y OJO; no lo digo con ínfulas de superioridad, si no que a veces me pregunto: ¿Por qué no todas las sexoservidoras son escort? Pero rápidamente surge una respuesta: porque no todos los clientes tienen la misma accesibilidad y mentalidad. Lastimosamente existen clientes que  también estigmatizan a las sexoservidoras y plantean que hay una jerarquía en la prostitución,  por consecuente, es como un ciclo que nos beneficia a todas; el cliente que recurre a la prostitución callejera, lo hace porque una escort es muy costosa; el que asiste al servicio de escort, lo hace porque la prostitución callejera no le parece algo seguro; y el que asiste a burdeles piensa que es como el punto medio entre los dos… Sencillamente es una cuestión de clasismo que como resultado hizo surgir un mercado sexual de “lujo”. Quién me viera en persona seguramente deduciría que soy una mujer corriente, tranquila con un grupo de amigos sanos que se reúnen un viernes en la noche a cenar o que se van de fiesta por dos días, con un estilo de vida típico de mi edad… Pero lo cierto es que en mi doble vida he experimentado cada cosa que me hace reafirmar mis pensamientos y razones sobre porqué tomé este rumbo y porqué disfruto tanto mi labor.